Serviteurs de Jésus et de Marie

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La unión conyugal de Adán y Eva para dar la vida

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Écrire à l'auteur Padre José-Maria 7 de marzo de 2014
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Con Juan-Pablo II, asistimos en Génesis a la secunda experiencia original del cuerpo: la UNIDAD entre hombre y mujer, y profundizamos en nuestra identidad de ser humano.



Adán se sentía solo en el Paraíso, porque entre los animales no encontraba ninguno con quién compartir como persona. Adán es conciente de ser “diferente” de los animales. Es una persona. También siente que está llamado a vivir en relación con otras personas, no en solitario.

Creación de Eva (Miguel Angel)

Seguimos con Juan-Pablo II interpretando los sentimientos de Adán en búsqueda de la identidad humana. Con la creación de Eva, contemplamos la secunda experiencia original del cuerpo, que es la unidad de hombre y mujer. Y esto también nos mostrará como el ser humano es distinto de los animales.

Creación de la mujer

“No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una ayuda adecuada” (Gn 2:18). Estas palabras introducen a la creación de la mujer, y ponen en relación la soledad y la unidad. Hombre y mujer van a ser dos modos de “ser cuerpo” del mismo ser humano hecho a imagen de Dios. (TDC 8:1). “A imagen de Dios los creó, varón y mujer los creó” .

Dios hace caer Adán en un sueño misterioso, que es como un retorno al no-ser, para realizar un nuevo acto creador del que el hombre surge en su doble unidad de varón y mujer, masculino y femenino (TDC 8:3).

La emoción de Adán

Asistimos en Génesis al proceso de la conciencia humana de Adán. Cuando Dios dice: “No es bueno que el hombre esté solo” , Adán confirma expresando su deseo de encontrar un ser “semejante a él” (Gn 2:20). Y cuando Dios crea la mujer, Adán expresa su alegría e incluso su exaltación por otro ser humano: “¡Esto si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!” (Gn 2:23). Él la reconoce y acepta inmediatamente como parte de su misma humanidad, diferente del resto de los seres vivientes. Es una “ayuda semejante a él” . (TDC 8:4).

Abertura al otro

También asistimos a la primera experiencia por el hombre del valor: expresa su emoción originaria ante la humanidad de la mujer “sacada de él” (Gn 2:21). Se abre a un ser afín a él, a la espera de la “comunión de personas” (TDC 9:1).

Esta abertura a otra persona, este descubrimiento de una relación adecuada a la persona define el hombre. Esta “ayuda” expresa “una reciprocidad en la existencia que ningún otro ser viviente habría podido asegurar”. Expresa la auto-conciencia y el conocimiento del significado propio del cuerpo (TDC 9:2).

Comunión de personas

Con la creación de Eva, la creación es completa. « El capitulo 2 de Génesis revela que la creación completa y definitiva del “hombre” se expresa en el dar vida a esa “comunión de personas” que forman el hombre y la mujer », y, dice Juan-Pablo II, « Podemos deducir que el hombre se vuelve imagen de Dios no sólo a través de su propia humanidad sino a través de la comunión de personas , que el hombre y la mujer conforman desde el principio ». Tanto como la experiencia de “soledad”, la unidad también revela que el hombre y la mujer fueron creados a imagen de Dios, que es comunión de personas.

¡Imagen de Dios!

En otras palabras, “el hombre se vuelve imagen de Dios no tanto en el momento de soledad, sino en el momento de comunión…” (TDC 9:3). Y cuando se unen en una sola carne, se vuelven imagen de Dios… ¡A este lenguaje no fuimos acostumbrados, y menos aun nuestros padres y abuelos!

Con esto, Juan Pablo II hace realizar un gran progreso de la teología : antes se decía que hombre es imagen de Dios por el alma (individual). El papa dice: no solo esto sino también por ser comunión de personas.

“Ésta es carne de mi carne”

“¡Ésta es carne de mi carne y hueso de mis huesos!” (Gn 2:23): Adán identifica con estas palabras lo que en el mundo visible los hace semejantes el uno al otro, aquello en que se manifiesta la humanidad: el cuerpo revela al hombre. (TDC 9:4).

Esto es el punto de partida de la teología del sexo, o sea de la masculinidad y de la feminidad, cuyo significado originario es testimoniado por las palabras de Génesis 2:24: “y los dos serán una sola carne” (TDC 9:5).

Un enriquecimiento reciproco

Adán toma conciencia de si mismo a través de este doble modo de ser cuerpo y a la vez hombre, que se completan recíprocamente. «El sexo es constitutivo de la persona: la feminidad se encuentra a si misma frente a la masculinidad, mientras que la masculinidad se confirma a través de la feminidad » (TDC 10.1). Esta comunión encarnada de personas es un enriquecimiento reciproco (TDC 9:5), y nos hace comprender el hombre, el ser humano.

“En el misterio de la creación, el hombre ha sido dotado de una profunda UNIDAD entre lo que en él es masculino humanamente y mediante el cuerpo, y lo que en él es femenino humanamente y mediante el cuerpo… Esto es el aspecto teológico más profundo de todo lo que se puede decir acerca del hombre” (TDC 9:3).

Los dos vienen a ser una sola carne

“El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (Gn 2,24): aquí Génesis habla claramente del acto conyugal, por el cual “someten al mismo tiempo toda su humanidad a la bendición de la fecundidad” (TDC 10:2).

¡Dar la vida!

Y “Todo esto, ya desde el principio, fue bendecido con la fecundidad” (TDC 9:3). Esta comunión del hombre y la mujer es bendecida por la FECUNDIDAD, y lleva a una 3ª persona, volviendo así imagen de la Trinidad. (Dios no es sexual, pero esto es una imagen, y es la imagen más clara que exista en el mundo visible). Así la fecundidad, dar la vida, es parte integral de nuestra imagen de Dios. Dios se revela no solamente como AMOR, sino como PADRE DADOR DE VIDA.

Animal no

Fíjate que no son solamente dos cuerpos que se unen, son dos personas . « La unión en una carne, convertirse en “una sola carne” se refiere no sólo a la unión de dos cuerpos, sino que es un sacramento, una expresión “sacramental” que corresponde a la comunión de personas » (TDC 31:2).

¡Y es lo que veía Adán! Quizás a nosotros hoy, la cultura pornográfica nos ha cegado a esto, pero la mirada de Adán no estaba contaminada y Adán lo veía claramente. Descubre en su cuerpo un misterio espiritual. Descubre su vocación fundamental : amar a Dios y amar al prójimo (ver Lucas 10:27).

En otras palabras, entre la unión en “una sola carne” y la cópula de los animales hay un abismo de diferencia. A diferencia de los animales, el hombre y la mujer tienen la capacidad de elegir y amar (libertad).

El hombre “no puede encontrarse a sí mismo excepto a través del sincero don de sí mismo” (Gaudium et Spes, nº 24).

Elección libre

El sexo es algo más que la fuerza instintiva del cuerpo. Implica superar la soledad y asumir a otro yo como mío (TDC 10:2). Esto implica una elección. El texto dice en efecto: «El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer» (Gn 2,24). El hombre pertenece por naturaleza al padre y la madre por la generación, pero “se une” al conyugue por elección . Y el cuerpo se vuelve de modo especial un elemento constitutivo de su unión, cuando se hacen marido y mujer. Eso se realiza a través de una elección reciproca , que establece el pacto conyugal entre las personas (TDC 10:3).

Donación reciproca

Esta elección se apoya y presupone una conciencia madura del cuerpo. « Más aun, comporta una conciencia especial del significado de ese cuerpo en el donarse reciproco de las personas ». Lo que maravillaba a Adán y Eva es que comprendían que cada vez que se unían en una sola carne, renovaban en cierto modo el misterio de la creación, y eran imagen de Dios que es una eterna donación reciproca de personas. Creo que si pudiéramos asimilar esto, (que la unión hombre-mujer es imagen de la felicidad eterna de Dios), esto cambiaria NUESTRA VISIÓN para siempre.

« La procreación se arraiga en la creación, y cada vez, en cierto sentido, reproduce su misterio» (TDC 10:4).

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