Votos simples de Hermano Sebastian
Hermano Sebastian es oriundo de Zarate (provincia de Buenos Aires), tiene 30 años, y conocía la comunidad desde varios años.
El 12 de octubre, pronuncio sus primeros votos después de un año de noviciado. El tuvo el privilegio (!?…) de estrenar el noviciado de los SJM en Argentina.
Que Dios lo acompañe en su camino de consagración.
Con gozo y alegría he puesto mi vida en las manos del Señor, que ha querido compartiese su vida y siguiese su camino.
El sábado 12 de octubre realice los primeros votos de pobreza, castidad y obediencia, como religioso dentro de la familia de los Servidores de Jesús y de María. La paz y el gozo que experimento cada día, esos son para mí la certeza de la voluntad de Dios, y ahora veo más claro: ahora sé lo que quiere Dios de mí y lo quiere todo y solo me cabe dejarme conducir por El y su Santísima Madre, como dice el padre Lamy. Ella lo hará todo pero si es que la dejamos hacer.
Queridos hermanos me confió a sus oraciones para que sea un santo religioso desde ahora cada día en la fidelidad a mi deber de estado, sin más me despido de ustedes muy atentamente pidiendo a Dios derrame sobre ustedes y toda nuestra familia de los servidores de Jesús y de María abundantes bendiciones y gracias.
Hno Sebastian sjm
Homilía para los votos simples de hermano Sebastián
Sábado 12 de octubre de 2013.
Lecturas de la fiesta Nuestra Señora del Rosario 7 de octubre :
- Hechos 1, 12-14,
- Cantico responsorial: Magníficat, Evangelio La Anunciación Lucas 1, 26-38
" Querido hermano Sebastián, Querida familia de nuestro hermano, Queridos hermanos y hermanas,
Hoy, hermano, quieres dar un paso más, quieres crecer en el amor, y sabes que es por tu compromiso que lo puedes hacer. El amor se alimenta de decisiones. Tales son los votos: un deseo que se hace más firme: durante estos años has encontrado el valor, la belleza, la insondable riqueza de Nuestro Señor Jesucristo. Te has dejado fascinar. Esta luz tan extraordinaria, no la quieres perder de vista. Por eso quieres fortalecer tu vínculo con ella.
Pero también cuando uno hace sus votos, es porque ha descubierto su debilidad, la inestabilidad de sus sentimientos para con el Señor. Sólo un compromiso de la voluntad arraigada en la gracia puede superar su flojedad. Los votos son como una misericordia que Dios nos hace: viendo nuestro compromiso, se compromete él también a proteger nuestra fidelidad.
En fin el voto te inserta en una congregación, una fraternidad. Es por los votos que hacemos que nos volvemos hermanos. No es por la simpatía, o por el interés. No: es por la elección de un mismo ideal de vida. De pobreza, castidad y obediencia, para ser un poco más semejantes à NS JC
Los apóstoles hicieron esta experiencia. Son ellos que, siguiendo a Jesús, compartiendo su vida diaria, sus comidas, sus caminatas, los momentos de recreo, los momentos de oración, aprendieron de él, y en cada detalle de la vida, esta radical consagración al Padre, por la pobreza, la castidad, la obediencia. Son de una cierta forma nuestros hermanos mayores, que nos muestran el camino de los votos… por eso los vemos hoy a todos, en el cenáculo, recordando los momentos de la vida del Señor.
Pero consagrarse a la persona y a la obra de Cristo, no se hace solamente imitándolo de afuera, o pensando en él como en un personaje histórico: no, consagrar su vida a Cristo implica un cambio profundo, un cambiar el corazón. Este cambio tan radical, esta transformación tan profunda, no se puede realizar sin recibir, si se puede decir, el mismo corazón de Jesús, sin adoptar los sentimientos que están en Cristo Jesús, sin ser revestido de su alma… sin recibir su Espíritu…
Por eso, hoy los discípulos están reunidos… Y están reunidos alrededor de María que los va a preparar a recibir el Espíritu Santo. Y María les va a enseñar tres cosas.
María nos enseña la fraternidad. Por este fin, María aparta a los apóstoles: “la prudencia de la Virgen María consiste en separar a los apóstoles. (…) los lleva consigo, los hace dejar a su familia”…dice el P. Lamy, para que todos sus afectos estén orientados hacia Cristo. Hemos dejado casa, hermanos, padres… María nos enseña este camino de despojo, de pobreza, exigente pero muy feliz a la vez, este camino que permite que nazcan otros vínculos. Ahí en el cenáculo estaban los once apóstoles… tan distintos… con sus caracteres, sus opiniones políticas, sus manías, sus defectos y cualidades… pero todos tenían una atracción hacia Cristo tan fuerte, que eso les permitía superar las diferencias, las oposiciones. En estos momentos María estaba con ellos para ensenarles a dejarse guiar por esta atracción hacia el Maestro, a no anteponer nada a ella, a recibir así desde arriba el don de la fraternidad.
Hermano Sebastián, lo sabes bien; el rostro concreto de Cristo que has de amar, es tu comunidad. El amor sería un engaño, si no empezara por estos rostros. La caridad sería mera ilusión. Tu comunidad es y será el lugar permanente de verificación de tu amor fraterno. Déjate edificar por tus hermanos, déjate llamar también a la misericordia cuando, de tu parte, la necesitan, para que con ella cubras sus faltas. La comunidad es como el laboratorio donde se elabora el corazón nuevo que se ensancha, se profundiza, para amar a todos con más intensidad, más pureza, empezando por tus queridos familiares y tus amigos.
María nos enseña también la oración. María nos dice hasta qué punto Cristo coincide con la espera intima de nuestro corazón. Es el sentido de su virginidad. Su virginidad es como un espacio totalmente abierto en su corazón donde el rostro de Cristo se va a imprimir. Es así que María nos enseña la oración. Nos permite de tomar conciencia que todas las cosas de la tierra no pueden llenar este pozo sin fondo que está a dentro de nosotros, y que llamamos el corazón.
María te dice también: para orar bien, tienes que estar en comunión. “Todos íntimamente unidos se dedicaban a la oración con unas mujeres…” dice el texto. Es esta comunión que permite que se derrame el Espíritu de oración verdadera, el Espíritu Santo. “Cuando la Madre de Dios siente que los apóstoles están alrededor suyo, entonces ella abre las puertas de la oración, y nuestro Señor da consistencia a la oración de sus apóstoles” dice el Padre Lamy, es decir que derrama su Espíritu. Sin comunión, y comunión con todos, no se da el Espíritu. Querido hermano Sebastián, el Espíritu Santo no se puede derramar si no formamos un cuerpo. Es a través del cuerpo resucitado de Cristo, de su soplo, que fue dado por primera vez a los apóstoles el Espíritu de vida. “Jesús sopló sobre ellos y les dijo: reciban al Espíritu Santo”. Es a través del cuerpo de la Iglesia, esta Iglesia que se concreta en tu comunidad que vas a recibir este Espíritu de oración.
Espíritu de oración pero también Espíritu de Misión. María te enseña este espíritu misionero. María es la llena de gracia. Es decir está llena del Espíritu Santo, del Espíritu de caridad. En su corazón desborda el amor: amor para con su Hijo, para con sus parientes, para con Isabel y la familia de Zaquarías, amor para con los apóstoles, amor materno para con todos los hombres. Y María te quiere compartir sus mismos sentimientos de amor tierno y solícito para con todos, este amor fuerte, fruto no de un sentimiento superficial, sino de una decisión profunda del corazón. Es este amor que es la fuente de la misión. Sin él, la misión se vuelve una propaganda.
Amor a Cristo, amor tus hermanos. Que ella te enseñe una generosidad sin límite para anunciar a Cristo por tus gestos y por tus palabras, hasta el cansancio, hasta la incomprensión, hasta el sufrimiento. No hay misionero verdadero hasta que no se haya sufrido en su carne lo que cuesta amar y anunciar a Cristo. En fin, que Ella te enseñe a ver en cada hombre la presencia de este mismo Espíritu que llena el universo, este Espíritu escondido el corazón de todo hombre que anhela la Buena Noticia. Que ella te enseñe a ser, como apóstol, el artífice de este milagro: que Dios anunciado se encuentre con el Dios esperado.
¡Amen!"
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19 de junio de 2014 03:27, por Beltrán Benedit